Pasear por un pueblo blanco andaluz a primera hora de la mañana cuando la luz todavía no hiere y además marca sombras, puede ser un placer para el paseante.

Esta serie recoge un paseo por Conil de la Frontera, pueblo pesquero y turistico donde pasar unas estupendas vacaciones este verano. El “de la Frontera” viene desde el s. XIII, en plena “Reconquista” y bastantes localidades de la zona, algunas tan conocidas como Arcos, Chiclana, Vejer ó Jerez lo incorporaron al estar situados en la zona de frontera con el reino dominado por los árabes que estuvieron más de siete siglos en la Península Ibérica.

Conil de la Frontera es una localidad, ante todo grata, que conoció tiempos de relativa prosperidad en base a la pesca de almadraba siendo en el pasado un centro importante. Hoy en día es una localidad muy turística que durante los meses de verano multiplica su población y recibe a miles de personas atraídas por sus playas, por su ubicación cercana a muchos lugares interesantes de conocer y por el ambiente joven y jaranero que predomina.

La blancura impecable de casi todas las fachadas, las persianas verdes enrollables, las rejas en las ventanas y ventanales bajos,  los remates arquitectónicos en las terrazas, los patios interiores (herencia de los árabes) cuajados de plantas y de flores que invitan a sentarse a ver pasar el tiempo combatiendo el calor, las terrazas aún vacías, los restos de fiestas anteriores en forma de iluminación en las calles, las sombras de una luz todavía no cenital.